Historia

El carnaval es una celebración pública que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (desde finales de enero hasta principios de marzo según el año), y que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle. Por extensión se llaman así algunas fiestas similares en cualquier época del año. A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol.

Rio de Janeiro

Se tiene la idea de que el carnaval brasileño es un espectáculo para turistas y que sólo existe en Río de Janeiro. Si bien es cierto que es creación carioca.

El carnaval es un elemento central de la autoconstrucción social brasileña, uno de los pilares de la compleja integración racial, social y cultural de ese país. En Brasil el 7 de septiembre, día de la independencia, no tiene, ni de lejos, la carga identitaria que sí, en cambio, posee el carnaval. Para un brasileño el carnaval es lo que el 15 de septiembre para un mexicano, pero durante cinco días seguidos.

Los antecedentes remotos del carnaval se encuentran en las fiestas paganas grecolatinas y egipcias. Ya en un sentido más cercano lo encontramos en el siglo VII, cuando el papa Gregorio I decretó la celebración de la Cuaresma, un período de cuarenta días para conmemorar los días de ayuno y privaciones de Jesús de Nazaret en el desierto. Cuatrocientos años más tarde, en 1091, la Iglesia dio fecha precisa de inicio a la Cuaresma : el miércoles de ceniza.

Musicalmente la evolución del carnaval se inició, como lo hemos dicho, con los tamborazos ibéricos del Zé-Pereira y la incorporación de las percusiones africanas, pero también y casi de manera simultánea, con la asimilación de las manifestaciones musicales centroeuropeas de la época, cuyo ritmo animado fue compatible con el espíritu cumbanchero afrobrasileño. Tal fue el caso de la polca que, poco tiempo después de su llegada en 1844, permeó la sociedad local. Dicen los estudiosos que durante la segunda mitad del siglo XIX no había baile sin polca y que el mismísimo Don Pedro II. La polca se convirtió en la base de la música urbana brasileña y, mezclada con las herencias americanas y africanas, resultó en el choro, el maxixe, el frevo y, por supuesto, el samba, los ritmos fundamentales y fundacionales de lo que hoy se llama MPB (Música Popular Brasileña).

En la década de 1920 las marchas de carnaval, llamadas marchinhas (pequeñas marchas), el ritmo pernambucano por excelencia, el frevo, y el samba se convierten en sinónimo de carnaval. En la década de 1960, el samba adquiere predominancia sobre el frevo y las marchinhas. Fue en esa coyuntura que se generalizó el término escola de samba. En la actualidad, desde la década de 1990 se vive la transición entre el samba como base musical del enredo de carnaval y el ritmo bahiano conocido como axé.

Desde la década de 1960 Brasil ha cosechado en la Música Popular Brasileña. Sobre la misma huella se están generando las manifestaciones musicales de las favelas contemporáneas, que aún cargan un muy fuerte estigma de clase. El ejemplo más evidente es la diversidad de ritmos agrupados en el término funk, género característico de los bailes multitudinarios celebrados en los barrios marginados de Río de Janeiro, bajo el auspicio ya no de las mafias de la lotería paralela llamada jogo do bicho (juego del animal), como hasta la fecha sucede con las escolas de samba , sino de las mafias del tráfico de enervantes. Seguramente, así como sucedió con el tango en Argentina y con el samba en Río de Janeiro, en un futuro no muy lejano el funk abandonará su embozo marginal y se incorporará de pleno derecho al maravilloso conjunto de la música popular brasileña.

El carnaval es una celebración pública que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (desde finales de enero hasta principios de marzo según el año), y que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle. Por extensión se llaman así algunas fiestas similares en cualquier época del año. A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta en el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad y cierto descontrol.

Se tiene la idea de que el carnaval brasileño es un espectáculo para turistas y que sólo existe en Río de Janeiro. Si bien es cierto que es creación carioca.

El carnaval es un elemento central de la autoconstrucción social brasileña, uno de los pilares de la compleja integración racial, social y cultural de ese país. En Brasil el 7 de septiembre, día de la independencia, no tiene, ni de lejos, la carga identitaria que sí, en cambio, posee el carnaval. Para un brasileño el carnaval es lo que el 15 de septiembre para un mexicano, pero durante cinco días seguidos.

Los antecedentes remotos del carnaval se encuentran en las fiestas paganas grecolatinas y egipcias. Ya en un sentido más cercano lo encontramos en el siglo VII, cuando el papa Gregorio I decretó la celebración de la Cuaresma, un período de cuarenta días para conmemorar los días de ayuno y privaciones de Jesús de Nazaret en el desierto. Cuatrocientos años más tarde, en 1091, la Iglesia dio fecha precisa de inicio a la Cuaresma : el miércoles de ceniza.

Musicalmente la evolución del carnaval se inició, como lo hemos dicho, con los tamborazos ibéricos del Zé-Pereira y la incorporación de las percusiones africanas, pero también y casi de manera simultánea, con la asimilación de las manifestaciones musicales centroeuropeas de la época, cuyo ritmo animado fue compatible con el espíritu cumbanchero afrobrasileño. Tal fue el caso de la polca que, poco tiempo después de su llegada en 1844, permeó la sociedad local. Dicen los estudiosos que durante la segunda mitad del siglo XIX no había baile sin polca y que el mismísimo Don Pedro II. La polca se convirtió en la base de la música urbana brasileña y, mezclada con las herencias americanas y africanas, resultó en el choro, el maxixe, el frevo y, por supuesto, el samba, los ritmos fundamentales y fundacionales de lo que hoy se llama MPB (Música Popular Brasileña).

En la década de 1920 las marchas de carnaval, llamadas marchinhas (pequeñas marchas), el ritmo pernambucano por excelencia, el frevo, y el samba se convierten en sinónimo de carnaval. En la década de 1960, el samba adquiere predominancia sobre el frevo y las marchinhas. Fue en esa coyuntura que se generalizó el término escola de samba. En la actualidad, desde la década de 1990 se vive la transición entre el samba como base musical del enredo de carnaval y el ritmo bahiano conocido como axé.

Desde la década de 1960 Brasil ha cosechado en la Música Popular Brasileña. Sobre la misma huella se están generando las manifestaciones musicales de las favelas contemporáneas, que aún cargan un muy fuerte estigma de clase. El ejemplo más evidente es la diversidad de ritmos agrupados en el término funk, género característico de los bailes multitudinarios celebrados en los barrios marginados de Río de Janeiro, bajo el auspicio ya no de las mafias de la lotería paralela llamada jogo do bicho (juego del animal), como hasta la fecha sucede con las escolas de samba , sino de las mafias del tráfico de enervantes. Seguramente, así como sucedió con el tango en Argentina y con el samba en Río de Janeiro, en un futuro no muy lejano el funk abandonará su embozo marginal y se incorporará de pleno derecho al maravilloso conjunto de la música popular brasileña.

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